En los primeros días de febrero, como cada año, los alumnos de francés de 2º de bachillerato, elaboran y degustan en grupo las tradicionales crêpes, que en Francia suelen realizarse el día 2 de febrero con motivo de “la Chandeleur” o fiesta de las candelas. Tras haber visto en clase en qué consiste la tradición así como la receta, se ponen manos a la obra, elaboran las crêpes (una sencilla pasta con 125 gr de harina, 1/4 litro de leche, 2 huevos, 25 gr de mantequilla y una pizca de sal).

Hoy ya no queda prácticamente nada de su sentido religioso, pero el origen inmediato de esta tradición es la fiesta cristiana de las candelas (chandelles, en francés), ni de los ritos anteriores a la cristiana mediante los que los romanos (Lupercales) y los Celtas (Imbloc) pedían cosechas abundantes.

En cualquier caso, se trata de despedir esta época del año en la que el frío del invierno va llegando a su fin y en la que los días empiezan a ser más largos, cálidos y luminosos.

Aunque estos ritos han quedado lejos en la memoria, la chandeleur sigue siendo la excusa perfecta para reunirse en torno a una mesa para degustar las conocidas crêpes, esa especie de tortita muy fina cuyo atractivo gastronómico en sí no es mucho si no es porque se convierte en algo más suculento gracias a los ingredientes con que los que la acompañemos: chocolate, crema de cacao, mermelada, trozos de fruta… o simplemente un poco de azúcar, a gusto del consumidor.