Cada año en esta fecha, los alumnos de francés de 2º bachillerato celebran “La Chandeleur”, fiesta que se celebra en Francia elaborando y degustando crêpes entre amigos o en familia.LaChandeleur Resulta una actividad lúdica que sirve como soporte a la transmisión de la historia y de la receta de la que los alumnos toman nota en los días previos, para elaborarla y compartirla con su grupo-clase.
Es suficiente con 125 gr de harina, 1/4 litro de leche, 2 huevos, 25 gr de mantequilla y una pizca de sal.
La receta parece venir de Bretaña, pero se consume en todas las regiones francesas sin excepción con ocasión, no sólo de la mencionada fiesta, sino en cualquier momento o lugar (algo así como los churros en España, salvando las distancias).
Hoy ya no queda prácticamente nada de su sentido religioso, pero el origen inmediato de esta tradición es la fiesta cristiana de las candelas (chandelles, en francés) que tiene lugar 40 días después del nacimiento de Cristo, fecha en la que fue la presentación de Jesús en el templo, y la purificación de su madre, la Virgen María. En memoria de este hecho, se encendían cirios en los templos.
No obstante, existían antes a la era cristiana otros ritos que giraban en torno a la luz y que se celebraban a esta altura del año: los romanos (Lupercales) y los Celtas (Imbloc) celebraban este tipo de ritos pidiendo buenas cosechas.
En cualquier caso, se trata de despedir esta época del año en la que el frío del invierno va llegando a su fin (excepto en este año en el que parece que el frío está por llegar, aunque tendremos que esperar el veredicto de la marmota, que hoy mismo conoceremos en los informativos) y en la que los días empiezan a ser más largos, cálidos y luminosos. En otro tiempo, los campesinos franceses (y probablemente los de muchos otros lugares) tomaban los cereales sobrantes de la cosecha anterior y elaboraban con ellos la harina que servía como base de la pasta con la que se realizan estas crêpes pidiendo prosperidad en el tiempo venidero.
Actualmente, todos estos ritos han quedado lejos en la memoria, aunque
la chandeleur sigue siendo la excusa perfecta para reunirse en torno a una mesa para degustar las conocidascrepes crêpes, que no son más que una especie de tortilla elaborada principalmente a base de harina, huevos, leche y mantequilla, que hay que cocinar en una sartén (si es posible, antiadherente). Si queremos hacerlo como manda la tradición, deberemos volcar un cacito de la masa para crêpes en la sartén bien caliente y a la que habremos puesto una pizca de mantequilla (une noisette, o sea del tamaño de una avellana), lo estrictamente necesario para evitar que se pegue. Una vez que esté hecha por lado, se nos pide que le demos la vuelta haciéndola saltar en el aire con la mano derecha mientras tenemos en la izquierda una moneda. En este caso, no pedimos una buena cosecha, pero sí que el futuro nos conserve –y si es posible nos aumente- la fortuna. Con o sin moneda de por medio, lanzándola al aire o ayudándonos de una espátula, el resultado de la cocción de esta pasta, debe ser una especie de tortita muy fina cuyo atractivo gastronómico en sí no es mucho, aunque se convierta en algo mucho más suculento gracias a los ingredientes con que los que la acompañemos. Si la tomamos como postre podemos añadirle chocolate, crema de cacao, mermelada, trozos de fruta… o simplemente un poco de azúcar, a gusto del consumidor. Para aquellos a los que no les atrae lo dulce, existe la versión salada, pues la misma crêpe (que apenas tiene sabor, pero que se le puede poner un poquito más de sal) puede ir aderezada con otros alimentos como jamón y queso, salmón… las posibilidades son tantas como nos dicte nuestra imaginación, siempre que puedan envolverse en la crêpe. Si nos apetece, una vez rellena, le daremos  un acabado más consistente con un golpe de horno o un gratinado. Y, bon appétit!